Source text in German | Translation by Ximo Sanç i Silvestre (#2357) — Winner |
Tim befindet sich momentan in einer Entwicklungsstufe, an die ich mich später sicher am liebsten erinnere - weil sie vorbei ist. Nennen wir sie die "Pupsi-Phase“, die Bestandteil des sich hinziehenden Prozesses des Spracherwerbs eines jeden Kinds zu sein scheint. Jeder Berliner Rapper ist gegen meinen Sohn ein Schöngeist. Morgens, wenn Tim über meine Beine zu mir ins Bett trampelt, ruft er freudig: „Halloooo Pupsbacke.“ Ich bin aber keine Pupsbacke, sondern ein Vater. Und das sage ich ihm auch. Unnötig zu erwähnen, dass er auch für seine Mutter eine ganz besondere Wortschöpfung parat hat... Die meisten seiner Wortschöpfungen gründeln in Körperöffnungen und Ausscheidungsvorgängen. Das ist nicht schön. Warum kann er nicht Kosenamen erfinden, die man gerne hört? Warum bin ich nicht einfach „Blumenpapa“? Das sei normal, sagte die Kindergärtnerin, als ich sie darauf ansprach. Ist mir egal, also beschloss ich dem Verhalten meines Sohnes mutig entgegenzutreten und notfalls Strafen für Schimpfwörter zu verhängen. Leider fehlt es mir dafür jedoch an Autorität. Im Bestrafen bin ich nicht besonders gut. Abgesehen davon hat mir mal eine Psychologin erklärt, dass kleine Kinder mit Strafen überhaupt nichts anfangen können. Es bringt nichts, und das Einhalten von Sanktionen ist für Eltern schwieriger als für Kinder, besonders wenn es um Fernsehverbote geht. Möchte man die zum Beispiel am Sonntagmorgen um acht einhalten? Nein? Na bitte. Ich nahm mir also vor, mit Augenmaß vorzugehen. | Tim se encuentra ahora en una fase de desarrollo de la que me encantará acordarme... porque se habrá acabado. Llamémosla "fase escatológica"; parece formar parte del lento proceso de adquisición del lenguaje de cualquier niño. Cualquier rapero berlinés, en comparación con mi hijo, es todo un intelectual. Cada mañana, cuando Tim se me sube a la cama dando brincos, grita con alborozo: "¡Hola, caraculo!". Pero yo no soy un caraculo, sino su padre. Y eso es lo que le digo. No hace falta mencionar que también para su madre tiene preparada una invención verbal de lo más elocuente... La mayoría de sus invenciones verbales se basan en orificios corporales y excreciones. Una verdadera lástima. ¿Por qué no podrá inventarse nombres que suenen bien? ¿Por qué no me llama simplemente "barbapapá"? La educadora de la guardería, al consultarle el tema, me dijo que era de lo más normal. Me da igual, yo decidí enfrentarme con valor al comportamiento de mi hijo y, si es necesario, imponerle castigos por decir palabrotas. Pero por desgracia no tengo suficiente autoridad. Castigando no soy muy bueno que digamos. Además, una psicóloga me ha explicado que es totalmente inútil imponer castigos a los niños pequeños. No sirve de nada, y mantener los correctivos es más difícil para los padres que para los niños, sobre todo cuando se trata de prohibirles que vean la televisión. ¿Quién quiere mantener castigos así los domingos a las ocho de la mañana? Va a ser que no. Al final he decidido relativizar el asunto. |